miércoles, 21 de mayo de 2008

El sufrimiento no existe

El dolor existe, pero no el sufrimiento. El sufrimiento no es real, sino una obra de tu mente. Si sufres es que estás dormido porque, en sí, el sufrimiento no existe, es un producto de tu sueño y si estás dormido no serás capaz de ver los problemas. Pasará la vida por ti sin que tú la vivas. La vida no es problemática. Es el yo (la mente humana) el que crea los problemas. La realidad no hace problemas, los problemas nacen de la mente cuando estás dormido. A ver si eres capaz de comprender que el sufrimiento no está en la realidad, sino en ti. Tú pones los problemas. ¿Se puede decir que en estos últimos días no te has sentido como un hombre libre y feliz, sin problemas ni preocupaciones? ¿No te has sentido así? Pues estás dormido. ¿Qué ocurre cuando estás despierto? No cambia nada, todo ocurre igual, pero tú eres el que ha cambiado para entrar en la realidad. Entonces lo ves todo claro.

Le preguntaron a un maestro oriental sus discípulos: "Qué te ha proporcionado la iluminación?" Y contestó: "Primero tenía depresión y ahora sigo con la misma depresión, pero la diferencia está en que ahora no me molesta la depresión."

Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, ni como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación. Aceptarlo todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. Es despertar a la luz. El dolor existe, y el sufrimiento sólo surge cuando te resistes al dolor. Si tú aceptas el dolor, el sufrimiento no existe. El dolor no es inaguantable, porque tiene un sentido comprensible en donde se remansa. Lo inaguantable es tener el cuerpo aquí y la mente en el pasado o en el futuro. Lo insoportable es querer distorsionar la realidad, que es inamovible. Eso sí que es insoportable. Es una lucha inútil como es inútil su resultado: el sufrimiento. No se puede luchar por lo que no existe.

No hay que buscar la felicidad en donde no está, ni tomar la vida por lo que no es vida, porque entonces estaremos creando un sufrimiento que sólo es el resultado de nuestra ceguera y, con él, el desasosiego, la congoja, el miedo, la inseguridad. Nada de esto existe sino en nuestra mente dormida. Cuando despertemos, se acabó.

Importa la vida. El ir contra la realidad, haciendo problemas de las cosas, es creer que tú importas, y lo cierto es que tú, como personaje individual, no importas nada. Ni tú, ni tus decisiones ni acciones importan en el desarrollo de la vida; es la vida la que importa y ella sigue su curso. Sólo cuando comprendes esto y te acoplas a la unidad, tu vida cobra sentido.

¿Qué hace falta para despertarse? No hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho. Sólo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia. ¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente de tus cadenas? Nos hemos acostumbrado a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo. Lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad. Lo primero que necesitas para despertar, es saber que estás durmiendo y estas soñando.

Para despertar hay que estar dispuesto a escucharlo todo, más allá de los cartelitos de buenos y malos, con receptividad, que no quiere decir credulidad. Hay que cuestionarlo todo, atentos a descubrir las verdades que puede haber, separándolas de las que no lo son. Si nos identificamos con las teorías sin cuestionarlas con la razón -y sobre todo con la vida- y nos las tragamos almacenándolas en la mente, es
que seguimos dormidos. No has sabido asimilar esas verdades para hacer tus propios criterios. Hay que ver las verdades, analizarlas y ponerlas a prueba, una vez cuestionadas.

Ordinariamente, buscamos alivio y no curación. Cuando sufres, ¿estás dispuesto a separarte de ese sufrimiento lo necesario para analizarlo y descubrir el origen que está detrás? Es preferible dejar que sufras un poco más, hasta que te hartes y estés dispuesto a ver. O despiertas tú, o la vida te despertará.

Las componendas y alivios son manejos comerciales del buen comportamiento que te han metido en la mente tu sentido de buena educación. Si los miras, bien despierto, descubrirás que no son más que utilización, comercio de toma y daca y chantaje, más hipocresía.

Cuando ves esto, ¿quieres quitarte el cáncer, o tomar un analgésico para no sufrir? Cuando la gente se harta de sufrir es un buen momento para despertar.

¿Estoy dispuesto a reconocer que el sufrimiento y la congoja los fabrico yo mismo?

No quiero que ustedes crean lo que les digo porque yo lo digo, sino que cuestionen cada palabra y analicen su significado y lo que les dice su vida personal; pero con sinceridad, sin autoengañarse por comodidad o por miedos.

Del libro "Autoliberación Interior" de Anthony de Mello. Psicologo, sacerdote Jesuita y escritor.

miércoles, 7 de mayo de 2008

¿Qué decimos cuando decimos "Gracias!"?

Como esta expresión con frecuencia parece en nuestra sociedad ir cayendo desuso, hoy queremos "resucitarla" . Porque sin ella, somos menos que una máquina: aún los animales son agradecidos... y quizás hasta las plantas, retribuyéndonos nuestros cuidados! Pero... ¿qué significa la expresión "Gracias!"? Si Ud. busca en el diccionario, hallará que "Gracia" se define como "Un don de Dios, obtenido aún sin mérito de quien lo recibe".

Lo que en el Misticismo se llama "estados de Gracia" refiere a esos momentos en que uno puede sentir un gozo que parece no tener que ver con logros de este mundo: hay en él una sensación de completud, de pertenecer al Todo, de estar en contacto con el Sentido de todas las cosas (un Sentido no-intelectual, desde el cual percibimos que hay "Algo Más" detrás de lo evidente). Puede que la persona sea creyente o no: no importa. En ese momento, su pecho respira "otro Aire", y es posible que vea la realidad con cierta Belleza inexplicable, teñida por un Amor-sin-objeto (así se llama el Amor en sí, que no necesariamente se deposita sobre alguien en particular, sino que es más bien como una radiancia...). Esos momentos de Gracia, aunque luego se evaporen, pueden dejar una huella profunda. Es como bajar al valle luego de haberlo visto todo desde la cima de una montaña: habrá "otro mapa" de lo que vayamos viendo...


De modo que cuando Ud. le dice a alguien "Gracias!", lo que está diciéndole es algo así como: "Te deseo que la Inteligencia Creadora ,[como cada uno la entienda], te dispense momentos... así: benditos. De Gozo. De Sentido. De Radiancia. De Gracia...". Nada menos! Yo, Eduardo, les invito a escuchar una breve anécdota real que Virginia nos quiere compartir sobre este tema:


"Yo era pequeña, y vivía en la granja de mis abuelos, en medio del campo, absorbiendo la Naturaleza. Ya había comenzado la tarde en ese día de invierno: recuerdo que hacía frío, y cuando uno hablaba salía de la boca un vapor espeso que me causaba gracia y asombro.


De pronto, por la escasamente transitada calle de tierra, apareció un señor. Quizás por mi edad, me pareció bastante mayor. Golpeó las manos para que alguien en casa le atendiera; yo le espiaba entre los arbustos. (Era toda una rareza que alguien desconocido se allegara a ese apartado lugar!). Salieron al mismo tiempo mi abuelo y mi madre. Mi abuelo le preguntó, con voz firme, entre desconfiado y cordial: "Qué quiere!?". Para mi sorpresa, el hombre no emitió palabra: sólo hizo un gesto de saludo, con una sonrisa amistosa, se tocó el abdomen con la palma de la mano poniendo cara de dolor, y luego abrió la boca, moviendo su mano derecha como si se echara alimento dentro. Mi madre me miró y me dijo por lo bajo: "Tiene hambre, y, -pobre!- es mudo." En mi escasa relación con la gente, yo nunca había visto aún un mudo! Sabía que existían, pero jamás había estado cerca de uno "de carne y hueso". Me produjo una compasiva fascinación, -sentimiento aún extraño para una criatura, pero que se iría volviendo muy mío-.

El abuelo miró a mamá, y mamá, con amorosa autoridad, le hizo al hombre un gesto de que esperara, yéndose hacia dentro de la casa. (Quién sabe por qué a los mudos uno no les habla, dando por sentado que tampoco escuchan...) El abuelo se quedó, vigilando la situación, y aunque me mandó para adentro, inusualmente no le obedecí.


Mi familia para ese entonces era verdaderamente pobre: dependía de la bondad de cada cosecha, y de algunos pocos productos caseros de la granja. Sin embargo, al rato mi madre apareció con un sandwich enooorme! Era un pan entero, del cual sobresalían fetas de todos los colores (seguramente todo un poco de cada cosa de las que pudo encontrar en la casa), y una bolsita con frutas de estación. Cuando el hombre vio lo que mamá con gesto generoso le ofrecía, abrió sus ojos desmesuradamente, y una sonrisa más ancha que sus propios labios le transfiguró sus facciones. Y fue tal su alegría, -nacida de un hambe bien real, y tal vez de haber sido rechazado en otras casas-, que, para sorpresa de todos, de su boca salió, sonoro, y perfecto, un expresivo "GRACIAS!!!!", con innegable franqueza. Luego hizo un gesto de saludo con la mano, se dio vuelta, y se marchó a paso rápido, calle arriba. El abuelo y mamá se miraron, azorados, me miraron a mí, y los tres nos largamos a reír a carcajadas.


Nunca olvidaré esta historia. Había habido una mentira, es cierto. Y ser veraz es un valor innegociable en mi familia. Sin embargo comprendí, aún a esa edad, que ser agradecido a veces puede ser tan o más importante que ser veraz . Cada tanto me acuerdo de aquél "mudo", que jamás volvió a aparecer por casa. Me había dejado para siempre una enseñanza inolvidable: creo que desde ese día me prometí a mí misma no ser nunca muda para dar las Gracias."


Si quiere acompañarnos en nuestro empeño de resucitar esta palabra... hágalo ahora: todos la necesitamos! Envíe un mail, llame por teléfono, dígaselo a quienes viven con Usted, al portero de su edificio, al vigilante de la esquina... y a quienes en su pasado le dieron lo que Ud. necesitó, pues eso también es cerrar círculos de la propia historia. Hoy, mañana... no se demore demasiado. Y, si quiere y puede, asegúrese de no ser nunca mudo para decir "Gracias!".