martes, 22 de julio de 2008

33 pasos para reclamar tu poder interior de Stuart Wilde - Paso 14: “No juzgar nada, no cuantificar nada”

Cuando juzgamos y criticamos personalmente a la gente, nos definimos alineándonos con el ego. La luz no podría existir si no hubiese oscuridad en la cual poder brillar. La bondad no puede existir si no hay maldad con la que compararla. Por lo tanto todo es relativo. El capítulo 2 del Tao dice:
“Es porque todos bajo el cielo reconocen la belleza como belleza, que la idea de fealdad existe. E igualmente si todos reconocen la virtud como virtud, esto meramente crea la concepción de maldad. Porque realmente Ser y No-Ser surgen uno del otro”

Piénsalo. Si no juzgas y no criticas, lo que estás diciendo es: “Soy Infinito, dejo que la gente sea. No tengo conocimiento de la evolución individual de los demás. No puedo comprender si lo que él hace es malo o bueno, correcto o errado. Ciertamente puede actuar de un modo que yo no elegiría, pero no puedo imponer las normas y decir que esto debería ser de este modo o de aquel otro.

No invadir a la gente implica no interferir, no ofrecerles información si no la han pedido, no ofrecerles sanación si no necesitan ni quieren pedirla, no entrometerse en sus vidas. Significa permitir a la gente ser tan tontos como quieran durante el tiempo que quieran, del mismo modo que la fuerza Divina te permite ser tan tonto como quieres. No juzgas.

O.K., hay ciertas situaciones en las que puedes verte obligado a evaluar, pero eso no es un juicio personal. Digamos que eres el personal que elige los empleados en una empresa. Eso no es juzgar a una persona individual o personalmente; es evaluar la situación, evaluar a dos personas que aspiran a un puesto de trabajo, eligiendo a uno de ellos que es más apropiado para el mismo. Hay una diferencia entre juzgar y evaluar y seleccionar. Tú no vas a juzgar el aliño “mil islas” porque decidas ir a por el aceite y vinagre en su lugar. Elegir no es juzgar, es seleccionar sin una emoción o respuesta negativa, que es muy diferente de hacer un juicio.
Cuando tratas con lo demás, permíteles ser como son. O, si no te gusta lo que ves, vete. O, intenta cambiar la situación lo mejor que puedas sin imponerte sobre ellos, normalmente a través de un buen ejemplo. O háblales de modo afable, preguntándole cosas, llevándoles gradualmente a donde vean de modo más elevado a través de sus propias percepciones y de su voluntad; y permíteles sentirse libres de elegir esa dirección.

Si les influencias, una palabra puede enviar a una persona en una dirección totalmente diferente en su vida, y podría cambiar toda su evolución. Tú no sabes lo que necesitan o lo que su Ser Superior ha decidido. Puede que manejen alta energía o pueden necesitar energía baja en este momento para poder comprender la energía elevada más tarde.
Déjame clarificar la diferencia entre juicio y observación. Enjuiciar es unir tu opinión y tu emoción, juzgando a los otros por un acto o por lo que dicen. Observar no es nada más que comentar lo que tú o los otros estáis observando. Puedes remarcar que el servicio es muy lento en un restaurante, porque han tardado una hora en traer la sopa. No has juzgado a nadie personalmente; has hecho una observación. Esto está O.K.

Gradualmente aprenderás a no cuantificar las cosas demasiado. Así adquieres experiencia de la vida más que definirla. Si vas y ves una película y empiezas a juzgarla, tal vez discutiéndola con un amigo quizás, la pones en una pequeña caja y tu percepción de ella cambia.
Estaba caminando por Filadelfia un día. Estaba helando y yo llevaba sólo unos vaqueros y una camiseta. Existe una meditación que aprendí hace años donde visualizas una pequeña llama en tu corazón. Permites que esa llama se expanda inspirando y espirando, y eso te calienta; como estás pensando en fuego, te sientes más caliente.

Así que iba trotando por allí, calentito, visualizando la llama. La persona que iba conmigo me dijo: “¿No tienes frío?”.. En el momento que lo dijo la llama se apagó y me sentí congelado. En Filadelfia llega a hacer mucho frío. Aquel día estábamos a menos quién sabe cuántos grados, con un alto factor de viento para incrementar más la sensación de frío. Imponiendo su realidad sobre mí, diciendo “Eh, debes tener frío”, me hizo sentir frío. Hasta entonces estaba perfectamente caliente.

Así que sé cuidadoso y no te impongas sobre la gente. Evita decir: “Esta comida es muy buena; esta comida es muy mala”. Sólo cómetela. Una comida mala no debería ser un disgusto emocional; es un regalo. Te permite apreciar una buena comida, te ayuda a hacer una selección. Sé agradecido.

¿Ves como una vez que no tienes que definir ni cuantificar las cosas, puedes concentrarte en experimentarlas?. No metes la vida en una pequeña caja. Al no definirla puedes salir del mundo del ego, que a menudo es frustrante, al agradable estado de resonar con el Yo Infinito. “Yo soy y Yo experimento la vida”. No veo esto como alto y bajo, frío y calor, mojado y seco. Es neutral. Llueve. No tengo reacción. Estoy experimentando la felicidad. No reacciono. Estoy contento.

Vuelo mucho. Habré dado la vuelta al mundo unas 97 veces, así que he hecho muchas horas de aeropuerto, esperando los aviones. Me gusta mirar y ver a la gente pasar mientras espero. Prueba este pequeño ejercicio: Vete a un sitio lleno de gente, como un mercado, un aeropuerto, o algún sitio así, y sólo siéntate y mira la gente. Pero más que mirar intelectualmente, mira desde dentro del yo Infinito. Así que no te digas a ti mismo: “Ese vestido es bonito, ese chico es alto, ella es muy baja, ¿no es precioso ese crío?” No te involucres con la mente; sólo observa.

Hazlo durante 15 minutos cuando vayas de compras el sábado. Descubrirás como tus sentimientos cambian radicalmente. De repente te surge compasión por la gente. Entras dentro de su espiritualidad, dentro de su Yo Infinito. Estarás resonando con un sentimiento de pertenencia, de amor humanitario hacia ellos. No en el sentido de que has de cuidar de la gente, sino que disfrutas de la naturaleza heroica de los seres humanos en vez de ponerlos en cajitas y decir: “Esa es una mujer afro, y aquel un cowboy de Texas”. Ellos son espíritus eternos, arrastrando cuerpos como tú y yo.

Es una disciplina interesante porque aprendes un montón acerca de la gente observándola. Cuando no juzgas, un alto sentido de consciencia surge. Empiezas a tocar su interior, y observas cosas acerca de ellos, informaciones sutiles que normalmente no te son accesibles.
Durante mi seminario de tres días llamado Wildfire, me llevo a los chicos a la ciudad y les hago tocar la energía sutil de los paseantes. Intento mostrarles que la altura de su percepción depende de su propia claridad. A través del conocimiento etérico y con unas técnicas simples, su percepción se multiplica en dos horas. Tocando, percibiendo sin juzgar, los hombres comprenden más; una puerta se abre en otro mundo. Puedes hacerlo tú mismo, no necesitas que te ayude.

Intenta esto: Conforme la gente pasa, visualízate a ti mismo con un brazo extendido, y mete la palma de tu mano imaginaria rápidamente dentro de su corazón; toma una molécula de esa persona, y atráela hacia ti. ¿Cómo se siente? ¿Qué percibes ahora?. ¿Quién es esta persona? Pregúntatelo ¿Cuál es la emoción que predomina en ella?. Poco a poco cuando lo has hecho cien o doscientas veces en el tiempo, te vuelves muy perceptivo; al final no necesitas alcanzar ni tocar mentalmente a la gente. Mirarás y sabrás a partir de las emanaciones que emiten.

Así que recuerda: no juzgues, no critiques; está bien evaluar y seleccionar, pero no critiques personalmente, e intenta no cuantificar las cosas. Sólo experiméntalas.

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